Crónica desde la Corte (o casi)

El pasado 24 de junio, mientras en las redes se multiplicaban las especulaciones, los titulares confusos y los posteos de “último momento”, la Corte Constitucional italiana se sentó —literalmente— a deliberar sobre algo que a vos y a millones de italo descendientes nos importa: el derecho a que se reconozca italianos por sangre a los descendientes de italianos, el famoso Iure sanguinis. No por papeles, ni por méritos, ni por tener residencia. Por herencia, por historia, por lo que corre en nuestras venas.

Sí, esa misma herencia que para algunos ministros es “una carga” y para otros un privilegio mal repartido. Pero que para quienes crecimos con un apellido italiano y la foto de un bisnonno en blanco y negro colgada en la cocina, es identidad.

No fue un circo. Hubo cámaras, pero sin selfies.
El gobierno no se presentó. Tampoco los tribunales que habían elevado los casos.
Los únicos que dijeron “presente” fueron los abogados que representan a asociaciones de descendientes: Cattaneo, Mellone, entre otros. Gente que, guste o no, puso el cuerpo. Que se sentó ahí con documentos, jurisprudencia, argumentos, y algo más raro de ver últimamente: dignidad y respeto.

¿Qué se discutió?

Todo lo que muchos dijeron que no iba a pasar: se desarmaron una por una las excusas que usaron para justificar el decreto 36/2025 y la Ley 74/2025.

  • Que los italianos en el extranjero son una carga pública.
  • Que no son residentes e influyen en la política del pueblo (la realidad es que tienen una representación limitada).
  • Que el vínculo se pierde con los años.

Pero nadie desde el gobierno respondió cómo puede ser una “carga” alguien que no vive en Italia, que no usa su sanidad, ni su escuela, ni sus subsidios, ni seguridad.
Desde el parlamento, mezclaron el “otorgamiento” de ciudadanía con el “reconocimiento”, y esto es un error técnico (esperemos que sea un error).

Y sin embargo ahí están: leyes que avanzaron como camiones, sin frenos ni dudas, y que ahora la Corte tiene que revisar su constitucionalidad.

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¿Qué puede pasar?

Todo. O nada.
La Corte puede declarar inconstitucional la ley (parcial o totalmente), o puede dejarla firme.
También puede sugerir correcciones. O puede desentenderse.

Pero lo que sí sabemos es que ahora hay una instancia que escucha, que no legisla por Twitter, ni por presiones partidarias, que no pacta con partidos políticos.
Escucha, delibera y decide.

¿Y yo por qué te cuento esto?

Porque desde que salió el Decreto 36, y luego se transformó en ley, hubo tanto ruido en internet que elegí no sumar más. No quería hacer una nota más para ganar clics, preferí el silencio, por respeto a vos que me leés.
Y porque en medio de las falsas esperanzas y los títulos inflados, lo único cierto era una fecha: 24 de junio de 2025.

Ese día pasó, y hoy te lo cuento, porque me importa. Porque lo sigo de cerca.
Y porque sé que no estamos hablando solo de papeles. Estamos hablando de historia, de familias, de identidad.

¿Y ahora qué?

Ahora toca esperar. Pero no como quien se sienta resignado en una estación vacía, mirando si el tren viene. Esperar con los ojos bien abiertos, entendiendo que la pelota está del lado de la Corte Constitucional. Y que lo que decida, puede cambiar —otra vez— las reglas del juego.

La Corte no tiene plazos fijos. Puede tomarse semanas. O meses.
Puede fallar en bloque, declarando que la ley 91/1992 y/o la ley 74/2025 es inconstitucional en su totalidad, o hacerlo en partes.
Puede decir que el espíritu de la ley es válido, pero algunos artículos no.
O puede, aunque nos duela, convalidar todo.

Y entonces uno se pregunta:

¿Qué hacemos mientras tanto?
¿Sigo mi trámite? ¿Espero? ¿Me conviene iniciar?

Si ya estás en trámite…

Seguí. No pares.
Aunque todavía —la corte— no haya fallo, detenerse es perder tiempo.
Si estás en la fase administrativa (pidiendo actas, legalizaciones, traducciones), todo ese trabajo sirve, pase lo que pase con la Corte, seguí juntando tus papeles.
Y si ya presentaste, mejor aún. Si el fallo sale favorable, estarás más cerca del reconocimiento, sin correr riesgos.
Y si es adverso… ya sabés: no hay ciudadanía sin paciencia, hay que evaluar las reglas nuevas y ver si podes aplicar o no, o cómo.

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Si pensabas viajar a Italia para hacerlo

Este es un momento clave para repensar tiempos.
La ley actual exige residencia efectiva, limita a dos generaciones, de abuelo o padre exclusivamente italiano, etc.
Pero si la Corte declara inconstitucional esa exigencia (o la flexibiliza), podrías iniciar sin necesidad de mudarte, o con diferentes requisitos.

Ahora bien: no viajes ya si tu única base es una esperanza.
Esperá el fallo y evaluá.
Y si igual querés ir, que sea por convicción, no por presión o pánico.


Si estabas por iniciar en consulado

Acá también aplica el “seguir”, pero siguiendo las reglas que por ahora estan vigentes.
Hoy por hoy, las filas consulares son eternas. Y si ya lograste turno, no lo dejes pasar.
El fallo puede demorar. Pero tu trámite también.
Además, si el resultado es favorable, podrías beneficiarte aunque estés a medio camino.


Lo que seguro no conviene…

Quedarse quieto sin informarse.
Dejarse llevar por rumores de redes.
O hacer movimientos caros, urgentes, forzados, solo porque “leí en un grupo que la ley se cae”.

Respirá.
Escuchá.
Y cuando la Corte hable, ahí sí, decidí con fundamentos.

Una ley, un espejo. ¿Qué nos dice Italia de sí misma?

Las leyes son más que papel sellado. Son espejos.
Reflejan cómo un país se mira, cómo se cuenta, cómo decide quién pertenece y quién no.

La Ley 74/2025, desde que era un decreto, se vendió como una herramienta para “ordenar” la ciudadanía italiana. Para frenar abusos, para evitar fraudes, para proteger al Estado.
Pero en el camino, dejó afuera a miles. A muchísimos. A hijos y nietos de italianos nacidos en el exterior, que crecieron sintiéndose italianos de corazón, cultura y apellido; a bisnietos, tataranietos y más… pero que, con esta ley, pasaron a ser considerados un gasto potencial, una carga, un problema, y básicamente “no italianos”.

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Y eso duele.
Porque no es solo un trámite: es identidad. Es memoria. Es historia compartida.
Es esa abuela que te enseñó a hacer ñoquis, ese bisabuelo que cruzó el océano con una valija de cartón, ese apellido con ‘ch’ o ‘ll’ que a veces nadie sabe pronunciar pero vos llevás con orgullo.

La ley, al poner nuevas condiciones, pareciera olvidar que los descendientes no aparecieron de la nada. No nacieron pidiendo privilegios. Heredaron algo, al momento de nacer, por sangre y por ley.
Y en lugar de reconocer ese lazo como un puente, se lo trata como una brecha.

Por eso esta audiencia del 24 de junio, silenciosa para muchos, fue tan importante. Porque por primera vez, hubo voces del otro lado del océano que pudieron hablar ante la Corte. Explicar, defender, narrar.
Y eso, en sí mismo, ya es un acto de justicia.

Ahora falta lo más difícil: que Italia también se escuche a sí misma, que reflexione.

¿Qué te pareció esta audiencia? ¿Te sentís representado por lo que allí se dijo? ¿Tenés dudas sobre cómo te afecta esta ley?

Este espacio está abierto para vos. Podés comentar, compartir tu historia, o escribirnos si necesitás orientación.
Porque si hay algo que tenemos claro, es que detrás de cada trámite, hay una familia entera esperando una respuesta.
Y acá estamos. Para leer, para ayudar y —sobre todo— para no olvidarnos de lo importante.

Enlaces útiles:

RUOLO DELLE CAUSE – UDIENZA PUBBLICA: CC_CL_UP_20250612100307.pdf
Audio Udienza pubblica della Corte costituzionale Udienza pubblica della Corte costituzionale (24.06.2025)
Cittadinanza, ius sanguinis in Consulta: “Noi siamo come voi prima delle guerre”

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