Italia: Festa della Repubblica

En Italia, las banderas ondean con más orgullo cada 2 de junio. Las plazas se llenan de actos oficiales, los aviones dibujan tricolores en el cielo, y Roma se convierte -una vez más- en escenario de historia. Pero más allá de la postal patriótica, hay una verdad que muchas veces se olvida: ese día, en 1946, Italia eligió cambiarlo todo.

Ese día, después del fascismo, de una guerra devastadora, y de años de heridas abiertas, el pueblo votó. ¿Monarquía o República? Fue un referéndum duro, reñido, polémico. Pero ganó la opción que miraba hacia adelante. Y así nació, oficialmente, la Repubblica Italiana.

No fue solo una votación: fue un reinicio

El 2 de junio de 1946 no marcó solo un cambio de forma de gobierno. Marcó un intento colectivo de rehacerse. De empezar de nuevo. De ponerle punto final a una historia marcada por autoritarismo, por alianzas trágicas, por silencios cómplices.

La monarquía, que había estado demasiado cerca del fascismo durante los años de Mussolini, fue reemplazada por una república constitucional. Y no solo eso: ese fue también el primer sufragio universal en el que votaron las mujeres italianas.

Hoy, una fiesta nacional cargada de símbolos

En Roma, el desfile militar es el evento central. Pasa por Via dei Fori Imperiali, en pleno corazón histórico. Participan las Fuerzas Armadas, la Cruz Roja, los Carabinieri, bomberos, y hasta delegaciones civiles.

El presidente de la República —hoy, Sergio Mattarella— suele rendir homenaje al Altare della Patria, y el cielo se viste con los colores italianos gracias al vuelo acrobático de la Frecce Tricolori.

Pero más allá del protocolo, hay un eco más íntimo que recorre la fecha: el intento de un país por reconocerse a sí mismo después de haberse roto.

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¿Y qué significa esto para quienes venimos de lejos?

Para muchos hijos y nietos de italianos -esos que nacimos en otras tierras-, la Festa della Repubblica es algo que descubrimos de grandes. No está en nuestros manuales escolares. No hay feriado en nuestro país ese día. Pero cuando te vas metiendo en esta historia, cuando vas leyendo, tramitando, conectando con tu linaje… empezás a entender que también te atraviesa.

Al fin y al cabo, ser italiano por iure sanguinis no es solo un trámite burocrático. Es un hilo invisible que te une con personas, con luchas, con decisiones como la del 2 de junio de 1946. Personas que votaron, que soñaron, que reconstruyeron. Esa ciudadanía que heredamos -a veces después de años de trámites y pruebas- nació en días como ese.

Y por eso, cuando uno se encuentra en Italia en esta fecha, hay algo que vibra distinto. Te sentís parte, aunque no hayas nacido acá. Porque la identidad no es un certificado. Es una historia compartida.

Un feriado con preguntas

La Festa della Repubblica también nos interpela.
¿Qué significa hoy ser ciudadano italiano? ¿Qué valores sostiene esta república? ¿Sigue habiendo igualdad, inclusión, memoria?

Y más cerca del presente, ¿qué lugar ocupa esta historia en el debate actual sobre la ciudadanía iure sanguinis? ¿Cómo se puede celebrar una república democrática si se están cerrando puertas a quienes legítimamente reclaman su derecho a pertenecer?

Cerrar ciclos, abrir caminos

Muchos de los que vinimos a Italia buscando ese reconocimiento -que a veces tarda años en llegar- sabemos que hay algo simbólico en esta fecha. Como si dijera: sí, esta también es tu historia. Aunque no te la hayan contado de chico. Aunque te la hayan hecho difícil.

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Así que si hoy estás en Italia, si estás en camino, si estás empezando a entender qué significa esa doble identidad, date permiso para celebrarlo.

Aunque no haya desfile donde estás. Aunque no tengas bandera. Aunque no sepas bien qué hacer con todo esto.

Porque el 2 de junio también es tuyo, es mio, es de cada Italiano en el mundo, reconocido o no. pero con sangre italiana en las venas.

¿Cómo seguimos?

Desde Sherman.ar vamos a seguir acompañando este camino. Con historias, con preguntas, con respuestas (cuando las tengamos). Y con algo que no nos pueden sacar: la voluntad de recordar, de entender, y de pertenecer.

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