Obtener la ciudadanía Argentina: cuando el futuro está al sur

Todos conocemos la historia. La de los abuelos que viajaron desde Europa con una mano atrás y otra adelante. La de los padres que cruzaron el Atlántico en barco, con un papelito que decía “Buenos Aires” y la esperanza de que allá había trabajo, paz, comida.
Y también conocemos la historia más nueva: la de los que se van. Los que sueñan con Italia, España, Alemania. Los que sacan una ciudadanía europea -porque es su derecho de ley- y se suben a un avión con la ilusión —o la necesidad— de una vida mejor.

Pero hay otra historia. Más silenciosa. Más inesperada.
La de los que vienen.
Gente de todos lados que, por distintas razones, elige Argentina.
Algunos por amor. Otros por trabajo. Por estudios. Por un pasado familiar. O porque sí, porque algo en esta tierra, Argentina, los llama. Llegan, se instalan, se enamoran del asado, del desorden, del mate, de la calidez, del caos de Buenos Aires, de la calma del interior del país.

Este artículo es para ellos.
Para los que no nacieron en Argentina, pero sienten que podrían haberlo hecho.
Para los que sueñan con un DNI celeste y blanco. Porque aunque Argentina tenga sus líos (y los tiene), todavía hay quienes la ven como ese futuro posible.
Y para esas personas, existe un camino: la ciudadanía argentina.

¿Qué es la ciudadanía argentina?

Ser ciudadano argentino no es lo mismo que tener residencia.
La residencia te permite estar legalmente en el país, trabajar, estudiar, moverte. Pero sigue teniendo fecha de vencimiento, condiciones, renovaciones, papeles.
En cambio, la ciudadanía es otra cosa. Es definitiva. Es pertenecer.

Con la ciudadanía argentina podés votar, sacar pasaporte argentino, tener todos los derechos y deberes de alguien que nació en el país.
No te pueden echar. No te vence. No tenés que renovarla cada año ni justificar por qué estás acá.
Y, además, no te obliga a renunciar a tu nacionalidad de origen. Argentina acepta la doble (o triple) ciudadanía sin problemas.

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Es, en pocas palabras, una forma de decir: “sí, quiero ser parte de este país”.

¿Quién puede obtenerla?

Te adelanto una cosa: no es imposible. Tampoco es automática. Pero si ya vivís en Argentina, es muy probable que estés más cerca de lo que creés.

Según la normativa actual, pueden pedir la ciudadanía argentina:

  • Personas extranjeras mayores de edad, con dos años de residencia legal y continua en el país.
  • Y también quienes tengan hijos argentinos, aunque no hayan cumplido todavía esos dos años de residencia.

Es decir, si venís con visa, vivís legalmente, trabajás, estudiás o tenés un proyecto de vida acá, ya estás construyendo el camino.

¿Qué más se necesita?

  • No tener antecedentes penales (ni en Argentina, ni en tu país de origen).
  • Tener medios lícitos de vida: un trabajo, un ingreso, un sustento.
  • Y presentar los papeles básicos que prueben tu identidad, tu residencia, y tu historia.

Lo curioso —y hermoso, en cierto modo— es que Argentina no exige un examen de idioma, ni de historia, ni de “integración cultural”. No hay que demostrar cuánto sabés del país, sino más bien por qué querés ser parte.

¿Cómo se hace el trámite?

A diferencia de otros países donde la ciudadanía se gestiona en oficinas de migraciones, en Argentina el trámite se hace en… un juzgado. Sí, leíste bien: es un proceso judicial. Pero no te asustes, no hay juicio ni fiscales. Es más bien una presentación formal que se resuelve con un juez federal.

¿Por dónde se empieza?

  1. Buscás el Juzgado Federal más cercano a tu domicilio en Argentina.
  2. Presentás un escrito solicitando la ciudadanía (puede ayudarte un abogado, pero no es obligatorio).
  3. Adjuntás una serie de documentos básicos:
    • Documento de identidad (pasaporte o DNI para extranjeros).
    • Certificado de residencia en Argentina (lo otorga Migraciones).
    • Partida de nacimiento (legalizada y traducida si es de otro país).
    • Certificado de antecedentes penales argentinos.
    • Certificado de antecedentes penales del país de origen (con traducción si es necesario).
  4. El juzgado evalúa la documentación y te cita para una entrevista breve.
  5. Si está todo bien, el juez dicta una sentencia de ciudadanía argentina.
  6. Esa sentencia se inscribe en el Registro Civil y se convierte en tu puerta de entrada definitiva: con ella podés tramitar tu DNI argentino y, si querés, también el pasaporte.
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¿Cuánto tarda?

Depende del juzgado y de la ciudad. En promedio, el proceso puede demorar entre 6 meses y 1 año, aunque en algunos casos se resuelve más rápido.

¿Por qué alguien querría ser argentino?

La pregunta aparece, directa o solapada, cada vez que alguien dice que está tramitando la ciudadanía: “¿En serio? ¿Y por qué justo Argentina?”
Y no es una pregunta malintencionada. A veces es sorpresa. A veces, autocrítica. Porque incluso muchos argentinos —los que se quieren ir, los que están agotados, los que no ven salida— no entienden por qué alguien querría venir.

Y sin embargo, vienen.

Vienen porque encuentran algo que no tenían. Porque escucharon hablar del calor humano, de la posibilidad de reinventarse, de la cercanía.
Porque sienten que hay espacio para ser uno mismo. Para intentar algo nuevo. Porque acá, con todos los problemas, todavía se puede empezar de cero sin sentirse extranjero del todo.

Algunos llegan buscando trabajo. Otros, una vida menos rígida. Algunos, un refugio. Y otros simplemente caen, por azar, y se quedan porque algo los abrazó.
Porque sí, Argentina puede ser caótica, inestable, impredecible.
Pero también puede ser generosa. Abierta. Viva. Con esa mezcla única de intensidad y ternura, de mate compartido y abrazo sin cita previa.

La ciudadanía, entonces, no es solo un papel. Es una manera de decir: “acá me encontré”.
Es elegir pertenecer, aunque hayas nacido lejos. Aunque sigas hablando con acento. Aunque no entiendas del todo qué es un feriado puente, o como bailar tango.

Más información en Obtener la ciudadanía argentina | Argentina.gob.ar

Más que un trámite

La ciudadanía no es un premio. Ni un trámite más.
Es una forma de decir “acá quiero vivir”. Y eso, en un mundo tan lleno de fronteras —físicas, mentales, culturales— sigue siendo un gesto valiente.

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Ser argentino no es cuestión de sangre. Es cuestión de historias. De encuentros.
Algunos nacen con el mate en la mano. Otros lo descubren años después. Y hay quienes nunca lo toman, pero igual entienden el idioma que hablamos sin decir palabras.

Argentina no es fácil. Ningún país lo es. Pero sigue teniendo algo que no se compra: una manera de mirar al otro y hacerlo sentir parte.

Por eso este artículo no es una guía legal. Es una invitación. A pertenecer. A construir. A elegir.
Y también un reconocimiento: a quienes vinieron de lejos con ganas de quedarse. A quienes no se rinden. A quienes ven en este suelo no un plan de escape, sino un punto de partida.

¿Y vos?
¿Conocés a alguien que eligió ser argentino? ¿Estás pensando en hacerlo?
Contalo. Porque cada historia suma. Y porque ser argentino —como tantas otras cosas importantes— también puede ser una elección.

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