¿Te imaginás tomarte vacaciones… fuera del planeta? No a Bariloche, no a Europa. Al espacio. Literal. Suena a delirio de ciencia ficción, algo entre 2001 Odisea del Espacio y una campaña de Elon Musk. Pero no: es real. Y no solo está pasando, sino que está creciendo. La era del turismo espacial ya empezó, y aunque por ahora parece exclusiva para unos pocos afortunados con billeteras galácticas, el tema da que hablar. Y mucho.
Antes, los viajes al espacio eran cosa de astronautas soviéticos o norteamericanos en trajes naranja, con años de entrenamiento militar y un parche de misión bordado en el hombro. Hoy, si tenés algunos millones de dólares —o mucha suerte en una rifa cósmica— podés flotar en microgravedad, mirar la curvatura de la Tierra y volver a casa para contarla en una cena.
¿Quién te lleva a las estrellas?
Hasta ahora, el podio de las empresas que compiten por llevar humanos al espacio está liderado por tres grandes nombres:
- Virgin Galactic (de Richard Branson): ofrece vuelos suborbitales, es decir, van hasta el borde del espacio (unos 80 km de altura), con apenas unos minutos en gravedad cero. El viaje completo dura unos 90 minutos. La nave despega desde un avión nodriza y planea de regreso.
- Blue Origin (de Jeff Bezos): el sistema New Shepard es un cohete totalmente autónomo (sin piloto), que despega verticalmente y permite una breve experiencia suborbital. Los pasajeros flotan durante unos minutos y luego vuelven con un aterrizaje en cápsula.
- SpaceX (de Elon Musk): juega en otra liga. Sus misiones pueden alcanzar órbitas reales, incluso alrededor de la Luna en un futuro próximo. Ya llevaron civiles al espacio en la misión Inspiration4, y preparan viajes más ambiciosos como el dearMoon, que planea circunnavegar la Luna con un grupo de artistas.
¿Cuánto cuesta flotar?
Los precios varían según la empresa y la altitud:
- Virgin Galactic: unos USD 450.000 por pasajero.
- Blue Origin: los precios no son públicos, pero se estima en más de USD 1 millón por asiento (el primer vuelo subastó un lugar por USD 28 millones… aunque el ganador no viajó).
- SpaceX: si querés orbitar la Tierra, hablamos de entre USD 50 y 100 millones. Un vuelto.
Sí, es un número que duele. Pero como todo en la historia de los medios de transporte, al principio es carísimo. Después, con el tiempo, se masifica (¿te imaginás a tus abuelos comprando un pasaje de avión cuando recién salieron?).
¿Y esto es turismo real o puro marketing?
Una mezcla. Porque sí, hay turistas que ya lo vivieron. Por ejemplo:
- Yusaku Maezawa, un multimillonario japonés, pasó 12 días en la Estación Espacial Internacional (EEI) en 2021.
- William Shatner, el mismísimo Capitán Kirk de Star Trek, voló al espacio con Blue Origin en 2021, a los 90 años.
- Dennis Tito, considerado el primer turista espacial, pagó en 2001 para volar con los rusos.
La diferencia hoy es que ya no se trata de misiones únicas sino de programas regulares, con naves que despegan y vuelven, una y otra vez.
¿Solo para millonarios?
Por ahora, sí. Pero ojo, esto también se decía de los primeros viajes en avión. Cuando volar era para pocos, había que ir con sombrero y traje, y un pasaje costaba lo mismo que un auto.
La lógica dice que a medida que la tecnología madure, los costos bajarán. También empiezan a aparecer sorteos, rifas, y programas promocionales. En 2021, una empresa fintech llamada Stash organizó un sorteo para enviar a un cliente con Virgin Galactic. Y no sería raro que en pocos años algunas tarjetas de crédito lo incluyan como canje de puntos (cuando eso pase, avisame primero, por favor).
¿Qué tan seguro es esto?
Buena pregunta. La respuesta: están trabajando en ello. Aunque todos estos vuelos son técnicamente seguros (y muy testeados), no dejan de ser operaciones complejas y riesgosas. La industria sabe que un accidente puede arruinar la confianza en segundos.
Hasta ahora, los vuelos turísticos fueron exitosos. Pero el desafío será mantener esa seguridad cuando empiecen a ser más frecuentes.
¿Y el planeta? ¿No estamos quemando combustible para jugar?
Sí, el impacto ambiental está sobre la mesa. Los cohetes usan combustibles que dejan huella, y muchos expertos señalan la contradicción entre impulsar vuelos al espacio mientras el planeta sufre crisis climáticas. Algunos proyectos buscan desarrollar naves más limpias, pero aún están en pañales.
La paradoja es esa: queremos ver la Tierra desde afuera para entender su fragilidad, pero el ticket para hacerlo puede empeorar su estado.
¿Turismo o trascendencia?
Más allá del show y los millones, hay algo profundo en esta movida. Viajar al espacio no es solo una aventura, es una forma de repensar nuestro lugar en el universo. Los astronautas lo describen como el “Overview Effect”: una sensación de humildad y conexión con todo lo vivo al ver la Tierra como una esfera azul solitaria flotando en la nada.
Es eso lo que nos vende el turismo espacial: no solo adrenalina y selfies sin gravedad, sino un vistazo a algo mucho más grande que nosotros. Tal vez el sueño no sea solo salir, sino entender.
¿Y vos? ¿Te subirías?
El turismo espacial no es para todos. Pero tampoco es una locura impensada. Si te ofrecieran un asiento gratis, ¿dirías que sí? ¿Te animarías a ver la Tierra desde afuera o preferís seguir mirándola por Google Maps?
Contanos en los comentarios: ¿qué opinás de todo esto? ¿Lo ves como una fantasía innecesaria o una aventura inevitable? ¿Creés que en 20 años cualquiera podrá ir al espacio o seguiremos soñando desde abajo?
Quizás todavía estamos lejos. Pero mientras tanto, podés ir preparando tu playlist de lanzamiento. Porque si algo nos enseñó la historia, es que el futuro siempre empieza con un primer paso… o con un despegue vertical en este caso.
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